Invisible en navidad.

Han sido meses difíciles para mí, nunca creí que mi diciembre fuera emocionalmente cansado. Ayer tuve una cena navideña con amigos, pensando que sacaría algo bueno de ello, y entre más conviviera más sentía que no pertenecía. Por primera vez me escuchaba gritar por dentro estando con amigos y me acostumbre tanto a mi vida en soledad en la que me puse. Me siento como si fuera un vidrio frágil y que no aguanta ni el ser mirado.

Este diciembre ha sido lo más complicado de mi año, ayer que estuve en una reunión con amigos, lo que más deseaba era llorar, vomitar, y dormir. Cuando ya no sientes un hogar en tus amigos, entonces ¿qué se supone que debes hacer? Lo primero que me vino a la mente fue “otra vez tengo que dejar ir a amigos y pasar a otro capítulo?” “tengo que desaparecer de las vidas de personas que me convencieron de amarme.”

En el trabajo siento que estuve con nuevas historias, conociendo nuevos mundos, perspectivas diferentes, mentalidad con temas que me intrigan, y personas que despiertan mi curiosidad en la humanidad. Cuando vi a mis amigos, sentí que ya no pertenecía a ese mundo, que ya había concluido todo lo que tenía que aprender con esas personas.

Lo más bonito de la humanidad, es que todos son parte de tu historia y que algunos se deben ir por tu bien. Reinventar mi vida y alejarme de quienes me hacen daño. Desde que soy niña, supe que era alguien quien iba a correr en la vida, y que no iba a quedarse en un solo lugar, o quedarse con las mismas amistades, sino que iba a escalar más allá aunque tuviera que enfrentar despedidas.

Mi tristeza crece muy rápido dentro de mí, y mis ganas de estar sola también. Antes de dormir siempre imagino qué hubiera pasado si mis métodos de quitarme la vida hubieran funcionado, y siento que no hubiera hecho mucha diferencia a la realidad que tengo.

Quiero empezar de nuevo, conocer nuevas personas, amigos que me hagan crecer, y hagan sentirme viva y no muerta. Es todo lo que quiero, y sobrevivir para ver a mi yo de 50 años haber triunfado.